Peter Pan by J. M. Barrie

Peter Pan by J. M. Barrie

autor:J. M. Barrie [Barrie, J. M.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1911-01-01T05:00:00+00:00


9

El ave de Nunca Jamás

Lo último que oyó Peter antes de quedarse solo fue a las sirenas retirándose una tras otra a sus dormitorios submarinos. Estaba demasiado lejos para oír cómo se cerraban sus puertas, pero cada puerta de las curvas de coral donde viven hace sonar una campanita cuando se abre o se cierra (como en las casas más elegantes del mundo real) y sí que oyó las campanas.

Las aguas fueron subiendo sin parar hasta tocarle los pies y para pasar el rato hasta que dieran el trago final, contempló lo único que se movía en la laguna. Pensó que era un trozo de papel flotante, quizás parte de la cometa y se preguntó distraído cuánto tardaría en llegar a la orilla.

Al poco notó con extrañeza que sin duda estaba en la laguna con algún claro propósito, ya que estaba luchando contra la marea y a veces lo lograba y cuando lo lograba, Peter, siempre de parte del bando más débil, no podía evitar aplaudir: qué trozo de papel tan valiente.

En realidad no era un trozo de papel: era el ave de Nunca Jamás, que hacía esfuerzos denodados por llegar hasta Peter en su nido. Moviendo las alas, con una técnica que había descubierto desde que el nido cayó al agua, podía hasta cierto punto gobernar su extraña embarcación, pero para cuando Peter la reconoció estaba ya muy agotada. Había venido a salvarlo, a darle su nido, aunque tenía huevos dentro. La actitud del ave extraña bastante, porque aunque Peter se había portado bien con ella, también a veces la había martirizado. Me imagino que, al igual que la señora Darling y todos los demás, se había enternecido porque conservaba todos los dientes de leche.

Le explicó a gritos por qué había venido y él le preguntó a gritos qué estaba haciendo allí, pero por supuesto ninguno de los dos entendía el lenguaje del otro. En las historias imaginarias las personas pueden hablar con los pájaros sin problemas y en este momento desearía poder fingir que ésta es una historia de ese tipo y decir que Peter contestó con inteligencia al ave de Nunca Jamás, pero es mejor decir la verdad y sólo quiero contar lo que pasó en realidad. Pues bien, no sólo no podían entenderse, sino que además acabaron por perder la compostura.

—Quiero-que-te-metas-en-el-nido —gritó el ave, hablando lo más claro y despacio posible—, y-así-podrás-llegar-a-la-orilla, pero-estoy-demasiado-cansada-para-acercarlo-más-así-que-tienes-que-tratar-de-nadar-hasta-aquí.

—¿Qué estás graznando? —respondió Peter—. ¿Por qué no dejas que el nido flote como siempre?

—Quiero-que —dijo el ave y lo volvió a repetir todo.

Entonces Peter trató de hablar claro y despacio.

—¿Qué-estás-graznando? —y todo lo demás.

El ave de Nunca Jamás se enfadó: tienen muy mal genio.

—Pedazo de zoquete —chilló—, ¿por qué no haces lo que te digo?

A Peter le dio la impresión de que lo estaba insultando y se arriesgó a replicar con vehemencia:

—¡Eso lo serás tú!

Entonces, curiosamente, los dos soltaron la misma frase:

—¡Cállate!

—¡Cállate!

No obstante, el ave estaba decidida a salvarlo si podía y con un último y fenomenal esfuerzo arrimó el nido a la roca.



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